El Poder del Pensamiento
El Poder del Pensamiento de Annie Besant
La construcción y evolución del cuerpo mental
El método por el cual la conciencia
construye su vehículo; es el de aquellos que deben comprenderse con toda
claridad, porque cada día y hora de nuestra vida nos presenta
oportunidades para aplicarlo a fines elevados. Despiertos y durmiendo
estamos edificando nuestros cuerpos mentales; pues cuando la conciencia
vibra, afecta la substancia mental que la rodea. Y cada vibración de la
conciencia; aunque sólo sea debida a un pensamiento fugaz, atrae al
cuerpo mental algunas partículas de materia mental, al paso que expele
otras. La materia circundante también ondula, sirviendo así de
medio para afectar otras conciencias. Ahora bien; lo delicado o lo
grosero de la materia que de este modo es apropiada, depende de la
calidad de las vibraciones que la conciencia pone en acción.
Pensamientos puros y elevados están compuestos de vibraciones rápidas; y
sólo pueden afectar, los grados sutiles de la materia mental. Los
grados groseros permanecen insensibles, porque no pueden vibrar con la
rapidez necesaria. Cuando un pensamiento así hace vibrar al cuerpo
mental; se expelen de éste las partículas de la materia más groseras,
las cuales son reemplazadas por las partículas de grados más sutiles. Y
de éste modo, se forman mejores materiales en el cuerpo mental. De igual
manera; los pensamientos bajos y malos atraen dentro del cuerpo mental
los materiales más groseros, propios para su expresión. Y estos
materiales repelen y echan fuera, las clases más finas.
De ésta manera, las vibraciones de la
conciencia están expeliendo una clase de materia y atrayendo otra. Y de
esto se sigue; como consecuencia necesaria, que con arreglo a la clase
de materia que hayamos construido en nuestros cuerpos mentales en el
pasado, así será nuestra facultad para responder a los
pensamientos que ahora nos llegan de afuera. Si nuestros cuerpos
mentales están compuestos de materia sutil; los pensamientos
groseros y malos no tendrán respuesta, y por lo tanto, no pueden
causarnos daño alguno. Al paso que si están formados de materiales
groseros, serán afectados por cada pasajero pensamiento malo,
permaneciendo insensibles a los buenos de los que no recibe beneficio
alguno. Cuando nos ponemos en contacto con alguien cuyos pensamientos
son elevados; sus vibraciones mentales, actuando en nosotros, despiertan
vibraciones en aquella materia de nuestros cuerpos mentales que sea
capaz de responder. Y estas vibraciones perturban; y hasta expelen
alguna de aquellas materias demasiado groseras para vibrar a ese alto
grado, de actividad. El beneficio; pues, que de él recibimos, depende en gran modo de nuestro propio pensar anterior, y nuestra “comprensión” de él. Nuestra facultad de responder, está condicionada por nuestros cuerpos mentales.
No podemos pensar el uno por el otro; él
no puede pensar sino por sus propios pensamientos, causando así las
vibraciones correspondientes en la materia mental circundante, la cual
actúa en nosotros, despertando en nuestros cuerpos mentales vibraciones
simpáticas. Estas afectan la conciencia. El pensador externo sólo puede
afectar nuestra conciencia despertando estas vibraciones en el cuerpo
mental. Pero no siempre sigue una comprensión inmediata a la producción
de tales vibraciones causadas desde afuera. Algunas veces el efecto se
asemeja al del Sol, la lluvia y la tierra sobre la semilla enterrada en
el suelo. En un principio no hay contestación visible a las vibraciones
que actúan sobre las semillas; pero allí dentro hay un pequeñísimo
estremecimiento de la vida que la anima, y este estremecimiento se hará
más fuerte cada día, hasta que la vida en evolución rompe la corteza de
la semilla y echa pequeñas raíces y brotes luego que se desarrolla. Así
sucede con la mente. La conciencia vibra débilmente dentro de sí misma,
antes de poder dar una contestación externa a los choques que recibe; y
cuando no somos aún capaces de comprender a un noble pensador, hay sin
embargo, dentro de nosotros, una vibración inconsciente que es el
predecesor de la respuesta consciente.
Cuando nos alejamos de una gran
presencia, nos encontramos un poco más próximos a la elevada vida
pensante que de él fluye, que lo que lo estábamos anteriormente. Y en
nosotros se habrá apresurado el desarrollo de gérmenes de pensamiento,
al paso que nuestras mentes habrán sido auxiliadas en su evolución. Así;
pues, algo puede hacerse desde afuera que contribuya a la formación y
evolución de nuestras mentes; pero la mayor parte tiene que provenir de
las actividades de nuestra propia conciencia; y si queremos tener
cuerpos mentales fuertes, bien vitalizados, activos, que puedan
comprender los pensamientos más elevados que se nos presenten, debemos
entonces trabajar con firmeza en pensar bien, pues somos nuestros
propios constructores y moldeamos nuestras propias mentes. Muchas
personas son grandes lectores. Ahora bien; la lectura no forma la mente; sólo la construye el pensamiento.
La lectura sólo es valiosa en el sentido de que proporciona material
para pensar. Un humano puede leer mucho, pero su desarrollo mental
estará en proporción de la cantidad de pensamiento que emplea en la
lectura. El valor para él del pensamiento que lee; depende, del uso que
hace de él. A menos que no coja el pensamiento y trabaje en él, su valor
será para él insignificante y pasajero.
“La lectura completa al humano”, dijo
Lord Bacon, y con la mente sucede lo que con el cuerpo. El comer llena
el estómago; pero así como el alimento es inútil para el cuerpo si no se
digiere y asimila, del mismo modo la mente puede llenarse con la
lectura. Pero a menos de que haya pensamiento; no hay asimilación de lo
que se lee, y la mente no se desarrolla con ello. Pero aún, es posible
que sufra por estar sobrecargada, y que más bien se debilite que
fortalezca bajo el peso de ideas no asimiladas. Debemos leer
menos; y pensar más, si queremos que nuestras mentes crezcan y que
nuestra inteligencia se desarrolle. Si tenemos verdadero interés en
cultivar nuestras mentes, deberemos emplear a diario una hora en el
estudio de un libro serio y trascendental; y por cada cinco minutos de
lectura pensar diez, y así durante toda la hora. El modo usual
es leer rápidamente durante todo el tiempo; y luego poner el libro a un
lado, hasta que llega otra vez la hora de lectura. De aquí que la gente
desarrolle poco el poder del pensamiento.
Una de las cosas más marcadas en el
movimiento teosófico, es el desarrollo mental que se observa año tras
año en sus individuos. Esto se debe en gran parte al hecho de que se les
enseña la naturaleza del pensamiento; principian a comprender un poco
sus funciones, y se dedican a construir sus cuerpos mentales en lugar de
dejarlos que se desarrollen por el proceso natural no ayudado. El
estudiante ansioso de crecimiento debe determinarse; a no dejar pasar un
solo día en el cual, no lea por lo menos cinco minutos y dedique diez a
pensar con todo interés en lo que ha leído. Al principio, encontrará
esfuerzo pesado y trabajoso, y descubrirá la debilidad de su poder
pensante. Este descubrimiento señala su primer paso, pues es mucho
descubrir la propia impotencia para pensar consecutivamente y con
ahínco. Las personas que no pueden pensar; pero que se imaginan que
pueden, no hacen grandes progresos. Es mejor conocer la propia debilidad
que imaginarse ser fuerte, cuando se es débil. Gradualmente el poder
del pensamiento crece, se llega a dominar y a poderlo dirigir a
fines definidos. Sin este pensar, el cuerpo mental seguirá formado con
flojedad y sin organizar; y mientras no se adquiera concentración -la
facultad de fijar el pensamiento en un punto definido-, el poder del
pensamiento no se ejercitará nada.
Por: Annie Besant
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Enviado por Jorge E. Morales H.
Fuente: Hermandad Blanca
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