CUENTOS TIBETANOS.LA PAREJA DE CUERVOS

  
  Una pareja de cuervos estaba buscando dónde construir su nido. Deseaban establecerse en un lugar  apacible. Encontraron, por fortuna, un árbol muy grande, de frondosas ramas. Se sintieron muy fe-  lices. Era el lugar siempre soñado. Con minuciosidad construyeron el nido. Había llegado el mo-  mento de tener polluelos y formar una gran familia.  El nido quedó construido. La pareja estaba muy contenta. Pero las vicisitudes de la vida alcan-  zan a todos, incluso a los cuervos. Cada vez que los polluelos abandonaban el cascarón, una vo-  raz serpiente que reptaba por el tronco del gigantesco árbol se comía a los recién nacidos. An-  te la desesperación de la madre, esto sucedía inevitablemente una vez tras otra. La situación  era desesperada. La madre cuervo lloraba sin parar y se lamentaba a su marido.  - No podemos hacer nada gimió-. Todos nuestros polluelos han sido comidos por esa malvada ser-  piente. Estamos indefensos. Sólo nos queda irnos de aquí lo antes posible.  El cuervo no quería dejar su hogar. Pero no sabía qué hacer para impedir las fechorías de la  serpiente. Estuvo reflexionando durante días. Tenía que haber alguna solución, algún modo de li-  berarse de aquél animal perverso que engullía a todos sus polluelos. "Tendré que pedir ayuda a  algún amigo", se dijo. Sí, al menos, necesitaba desahogar sus penas y recibir algún consejo.  Tenía un gran amigo y no era otro que un ladino chacal. Cundo le contó su tragedia al chacal,  éste dijo:  - Hay que aplicar la astucia. Con seres tan malignos es necesario ser cauteloso y sagaz.  El chacal se quedó pensativo. De súbito, sus ojos brillaron como lentejuelas. El cuervo compren-  dió que algún plan estratégico había aflorado en su mente.  - Amigo cuervo -dijo con voz firme , vas a dirigirte al lago donde el monarca acostumbra a bañar-  se con su reina. Dejando que te vean, coge alguna joya de la reina y, portándola con tu poderoso  pico, la depositas en el agujero en que vive la serpiente.  - ¿Eso es todo? preguntó el cuervo desilusionado-. ¡Y, además, que me vean!  - Eso es todo -aseveró el chacal-. Así que no pierdas tiempo.  Velozmente, el cuervo voló hasta el lago y se hizo con un precioso collar de turquesas y cora-  les, las piedras que más gustan a los tibetanos.  La guardia del rey vio cómo el cuervo robaba el collar. Sin perderlo en ningún momento de vista,  lo persiguieron. El cuervo voló hasta el agujero donde vivía la serpiente y allí dejó caer el  collar. La guardia del rey acudió hasta el agujero y comenzó a buscar en el mismo. Entonces en-  contraron a la serpiente y le propinaron una buena cantidad de golpes, hasta acabar con ella.  Habiendo recuperado el collar, se alejaron.  La pareja de cuervos estaba muy agradecida y fueron a expresar su gratitud infinita al chacal,  que dijo:  - Esa malvada serpiente ha pagado con su vida su voracidad. Siempre llega el momento, antes o  después, de saldar cuentas.  Cuando los polluelos salieron del cascaron, no sólo tuvieron a sus padres para protegerlos, sino  también al chacal, que estaba entusiasmado con la presencia de las que a él le parecían unas ra-  rísimas criaturas.

  EL SABIO DECLARA:  COMO LA RUEDA DEL CARRO SIGUE A LA PEZUÑA DEL BUEY,  ASí NOS SIGUEN LOS RESULTADOS Y CONSECUENCIAS DE NUESTROS ACTOS.




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